OFRENDA,
Gerado Diego
Dame tu mano, María,
la de las tocas moradas. Clávame tus siete espadas en esta carne baldía. Quiero ir contigo en la impía tarde negra y amarilla. Aquí en mi torpe mejilla quiero ver si se retrata esa lividez de plata, esa lágrima que brilla.
Déjame que te restañe
ese llanto cristalino, y a la vera del camino permite que te acompañe. Deja que en lágrimas bañe la orla negra de tu manto a los pies del árbol santo donde tu fruto se mustia. Capitana de la angustia no quiero que sufras tanto. |
A LA
VIRGEN SOLEDAD
José María Peman
Virgen de la Soledad:
rendido de gozos vanos, en las rosas de tus manos se ha muerto mi voluntad.
Cruzadas con humildad
en tu pecho sin aliento, la mañana del portento, tus manos fueron, Señora, la primer cruz redentora: la cruz del sometimiento.
Como tú te sometiste,
someterme yo quería: para ir haciendo la vía con sol claro o noche triste. Ejemplo santo nos diste cuando, en la tarde deicida, la soledad dolorida por los senderos mostrabas: tocas de luto llevabas, ojos de paloma herida.
La fruta de nuestro Bien
fue de tu llanto regada: refugio fueron y almohada tus rodillas, de su sien. Otra vez, como en Belén, tu falda cuna le hacía, y sobre Él tu amor volvía a las angustias primeras... Señora: si tú quisieras contigo le lloraría. |
MUJER...
Francisco de Quevedo
Mujer
llama a su Madre cuando expira,
porque el nombre de madre regalado no la añada un puñal, viendo clavado a su Hijo, y de Dios, por quien suspira. Crucificado en sus tormentos, mira su Primo, a quien llamó siempre «el Amado», y el nombre de su Madre, que ha guardado, se le dice con voz que el Cielo admira. Eva, siendo mujer que no había sido madre, su muerte ocasionó en pecado, y en el árbol el leño a que está asido.
Y
porque la mujer ha restaurado
lo que sólo mujer habia perdido, mujer la llama, y Madre la ha prestado. |
lunes, 22 de julio de 2013
RINCÓN LITERARIO
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